lunes, 26 de noviembre de 2012

Festival de Jazz de Zaragoza.




Acaba de terminar una cita musical especial, de esas en las que uno cuenta los días que quedan para la siguiente edición. Como un vino con solera (no en vano este evento peina lustros) se mantiene fiel a sus principios y arrostra con estilo los envites de la crisis económica para no convertirse en un mero derrelicto que preceda al hundimiento. 

Todo lo contrario, cada año nos traen genios de la música. Atención, no digo Jazz. El apelativo pierde valor cuando ves en directo las artesanías musicales de gente como Chris Dave o Stanley Jordan. De éste último, uno de los mejores guitarristas eléctricos de la Historia, todavía andamos recuperándonos los zaragozanos del trance en el que nos sumió el último domingo de noviembre. Son botones de un traje de ocho conciertos cual levita de lujo para los sentidos. Es un ejemplo de que la música con talento entra en nosotros de una u otra manera. 

Para abrir el apetito con las siguientes fotografías de mi cobertura del festival, dejo el rastro del celebérrimo guitarrista de Chicago que toca las guitarras sólo en la zona del mástil. Su dominio es divino y su música haría arder las sirenas, carcomidas de la envidia al ser superadas en su canto. 

Yo me dejé embelesar, esa fría noche de noviembre, atado a mi vida, por las notas de un bardo eléctrico. Una fría noche de otoño, escuché el llanto de una saturnina musa del mar que lloraba al dejarse mecer por el son de un vate del Jazz. Una fría noche de otoño.


                                           

viernes, 2 de noviembre de 2012

In fíeri.




Para un artista cada obra concebida es como un hijo: lleva algo de uno mismo. A la postre, nuestras creaciones artísticas nos sobrevivirán, son nuestro legado. Ahora llega el momento de la buena esperanza, de la concepción que precede al parto. En esa fase creativa me encuentro. El pasado 17 de octubre nos pusimos manos a la obra y gestamos mi próximo proyecto. Volví a contar con Nazaret Laso y Tania Garrido como modelos y realizamos la sesión fotográfica en las instalaciones de Estudio Imagen en Zaragoza.  

La historia en ciernes trata de un ritual de cortejo, apresamiento y redención entre dos personajes; uno de ellos, de tintes muy diablescos. Ellas, Tania y Nazaret, recrearon el argumento para mi cámara, interpretando mis ideas. Debido a esa comunicación inmanente entre artista y protagonistas, concibo cada sesión como una conjunción de equipo. También los actores de mi obra dan imágenes y enriquecen el mensaje preconcebido. La autoría la firma una persona, pero en la obra final hay implícitas variadas improntas de las identidades que formaron parte del proceso creativo. 

Ahora comienza el periodo de postproducción para dar forma final al proyecto que verá la luz el año que viene. Mientras tanto os dejo una alusión que inspirará imágenes y alimentará los deseos de zambullirse en mi próxima obra. Desde aquí agradezco las facilidades y el apoyo de los miembros de Estudio Imagen para la realización de la sesión. Y por supuesto a las dos protagonistas con las que he tenido el privilegio de volver a trabajar enriqueciéndonos mutuamente, pues ellas son artistas de su cuerpo y vehículo de mi mensaje.