lunes, 4 de junio de 2012

Gervasio Sánchez. "Antología".





Gritos ahogados por disparos. Lluvias metálicas que nos mojan introduciéndonos el miedo en el tuétano. Un sutil olor a cadáver mezclado con pólvora. Albas caras teñidas del polvo blanco procedente de escombros. Un andar meticuloso, a veces entre restos humanos, intentando buscar la imagen final. Y en ese momento decisivo, se aprieta el botón y sale la fotografía que veremos cómodamente en nuestras casas. Puede ser cualquier sitio en cualquier continente. Y esas instantáneas que nos llegan en papel, Internet o televisión, no cambiarán seguramente las cosas. Pero sirven para algo.

Nos dice Gervasio Sánchez que no cree que los periodistas de prensa para conflictos armados, cambien la sociedad. Pero al propio Gervasio, ese trabajo le sirve para poner a cubierto su propia conciencia, a estas alturas moldeada sin parangón por el mal humano. El que suscribe conoció personalmente a Gervasio hace años. Me pareció un hombre tímido e introspectivo. Pero en su rostro, el mapa de las arrugas de la piel, cartografiaba el dolor y el espíritu más abyecto que podamos imaginar. Pensar en todo lo que ha visto y vivido, es para mi inaguantable. Ciertamente, no es una hipérbole, tuvo que andar entre cadáveres y abrirse paso por huesos y carne. Él ha visto la última mirada de un moribundo víctima de la vida. Pero hay que resistirse a hundirse en el infierno. Los que sobreviven rehacen sus vidas y eso merece la pena contemplarse. Estos detalles que apunto, nos lo cuenta nuestro querido fotógrafo cordobés en los textos que introducen su último libro. Como su nombre indica, estamos ante la gran “Antología”, hasta el momento, de Gervasio Sánchez. No es la definitiva, le queda mucho por delante de juventud. Es el fruto del reciente premio nacional de fotografía que se le concedió hace meses. Fue una sorpresa y un hito pues hasta ahora nunca se había otorgado semejante distinción a un fotógrafo de prensa. Por tanto, como él mismo dice, es un reconocimiento a la profesión. A los que están y los que ya no están. 

Conocí al autor que nos atañe en plena vorágine por el proyecto de “Vidas minadas”. Un viaje de largo recorrido en el que seguimos la vida de personas mutiladas por las minas ocultas tras el final de las guerras. Entonces yo trabajaba en el programa de radio ONGENTE, en Radio Ebro. Una amable relación cultural, hizo posible que la editorial BLUME tuviese a bien donarnos un libro para sortearlo en nuestro programa de radio. Un libro firmado por Gervasio, en una presentación del mismo en la FNAC de Zaragoza. No hablé mucho con él, y tampoco fue el único encuentro que tuve. La casualidad nos hizo toparnos brevemente en otra ocasión. 

Desde hace tiempo, cada vez conocemos más a este fotoperiodista. Poco a poco la sociedad se ha dado cuenta de la labor de este hombre y la de sus colegas. Y es que salta a primera plana cuando un fotógrafo o un cámara de televisión muere. Pero si nos paramos a pensar en las imágenes que dejamos atrás al pasar la página del periódico, veremos el alto costo de la información que leemos. Con ello va implícito un mensaje de testimonio y denuncia que no tiene precio. Por eso creo que este premio nacional otorgado es un homenaje a la profesión. Una dignificación más que necesaria. 

Además, la otra cara de la moneda es el lado positivo del mal: la lucha por la supervivencia, el deseo de vivir y seguir adelante. Es uno de los corolarios de su proyecto sobre los mutilados por las minas. Lleva años viviendo el devenir del tiempo del las víctimas y mostrándonoslo poco a poco para ganar una partida malsana al devastador caballero del Apocalipsis. 

En esta “Antología” precisamente nos habla también de ese proyecto a largo plazo. Pero no el único. La palabra desaparecido me resulta espeluznante. Con o sin guerra, la eliminación del que no es como nosotros, se convierte en integrante de la programática del poder o de los intereses espurios de la rivalidad. Es un icono de nuestro tiempo el retrato de una mujer (suelen ser las que quedan vivas) con una fotografía de su ser querido ausente. En España de hecho, llevamos un tiempo intentando localizar, poner nombre, a los desaparecidos de la Guerra Civil de 1936. La incertidumbre es una grieta que acaba socavando nuestro día a día, en el silencio del desconocimiento. Contra eso hay que luchar, desde el signo político que sea.  

El libro se manifiesta ante nosotros como una muestra del crecimiento profesional y personal de Gervasio. Sus incursiones en África, en Sudamérica, en Europa. A cada parte la antecede un texto del autor donde nos explica su labor y esboza al mismo tiempo semblanzas de su vida. Desde que era estudiante de periodismo, hasta que tiene conocimiento de la muerte de compañeros suyos. Gervasio tiene suerte, nos comenta en el libro, a él nunca le ha alcanzado una bala. Se siente vivo cuando ellos, sus colegas, sólo aparecen en los recuerdos. Y eso le anima a seguir trabajando. Es el alimento vital de un fotógrafo. Sandra Basells, comisaria de la exposición que se hizo con tan fausto premio, es una de las prologuistas del volumen. Entre las firmas invitadas para introducirnos la obra y vida de Gervasio, se encuentra además el escritor Antonio Muñoz Molina. Por cierto, habitual comentarista de imágenes de nuestro mundo, para el suplemento Babelia del periódico El País.

Cuando me despedía de él en la FNAC, mi última frase mientras le estrechaba la mano, fue: “gracias por lo que haces”. Sabiendo que hay que nacer para este oficio, que no hay precio que pague el peligro que corren, cualquier elogio es vano ante la impasibilidad de una sociedad inmunizada a la cultura visual en la que vivimos. Por eso hacen falta personas como Gervasio, porque necesitamos ver y comprender lo que de verdad está ocurriendo. Eso, recordando su opinión, no espoleará nuestra sociedad. Pero a la larga se demuestra que la voluntad, personal y política, acaba consiguiendo logros que nos hacen avanzar hacia la humanidad, tan vilipendiada siempre. Enhorabuena por el premio, gracias por lo que hacéis.




“Antología”
Gervasio Sánchez
Editorial BLUME
2012

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